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  • Daniel Rama

Saber descansar para trabajar mejor


Artículo publicado por el psicólogo Daniel Rama para la revista Palabra.

Descansar puede no ser fácil, pero es necesario. La falta de descanso puede conducir al agotamiento ocupacional o “burnout”, que es más frecuente en los colectivos “de servicio” (como psicólogos, médicos, sacerdotes o enfermeros).

El cuidado personal hace referencia a “cualquier acción reguladora del funcionamiento del ser humano que se encuentra bajo el control del propio individuo, realizada de forma deliberada y por iniciativa pro

pia”. Más allá de los aspectos físicos y de la enfermedad, implica también el ámbito social, psicológico, espiritual, ocupacional y recreativo, y es la base para el mantenimiento de la propia vida, salud y bienestar.

Su falta nos puede generar una situación conocida como Síndrome de Burnout, cuyo síntoma principal es una sensación en la persona de “agotamiento profesional u ocupacional”. Cuando estás quemado y desgastado, puedes tener cambios bruscos en el estado de ánimo (irritabilidad y mal humor), agotamiento mental, desmotivación, pérdida de ilusión devaluándose metas y objetivos, falta de energía, alteraciones del sueño y dolores corporales.

En diversos estudios científicos se ha señalado a los colectivos “de servicio” (psicólogos, médicos, sacerdotes o enfermeros) como las profesiones más vulnerables y no es casualidad que sean aquellas cuyo objetivo es cuidar a los demás.

San Ignacio de Loyola insiste en la necesidad de que se cuide la persona, de que “no se corrompa el sujeto”. El sujeto se “corrompe” si no se potencia o se cuida mal. La persona es lo más importante de toda la creación. Si no somos capaces de ser persona, no podremos llevar a cabo debidamente la misión de colaborar en la construcción del Reino de Dios.

En su tesis doctoral, Helena López estudió la incidencia del Síndrome de Burnout en una población de sacerdotes católicos de países latinoamericanos. Llegó a la conclusión de que es un problema real que hemos de tener en cuenta. La autora, en su libro -Sacerdocio y burnout- afirma “es necesario fundamentar que las personas dedicadas al ministerio sacerdotal necesitan una mayor calidad de vida, por medio de un mejor autoconocimiento y auto-cuidado, dentro del contexto de sus realidades sociales y eclesiales”.

¿Por qué muchas veces no lo hacemos? ¿Por qué no paramos y nos miramos a nosotros mismos? ¿Por qué, con frecuencia, somos vencidos en la salud? Quizá por no haber cuidado el equilibrio interior de nuestra persona; tal vez, por haber abarcado más de lo necesario o posible, o por no haber sabido introducir en nuestra vida tiempos de descanso, de paréntesis en el vertiginoso desarrollode nuestras responsabilidades; en ciertas ocasiones, no haber sabido distanciarnos del lugar de trabajo para lograr relajarnos, y conseguir más serenidad.

También los sacerdotes viven en la era del estrés y la prisa, parece que vamos todo el día “de rally”.¿Cómo puedo saber si estoy “quemado”? Si observas en ti agotamiento, desgaste emocional, falta de energía,actitudes negativas, insensibilidad, estar “despegado” o distante, poca realización en el trabajo, sentimientos de incapacidad, no ver los logros personales del pasado o del presente, dificultad para dormir, concentrarse o malestares somáticos: pérdida de peso, dolores de cabeza,perturbaciones gastrointestinales, fatiga crónica.

Si eres consciente, o familiares, allegados, directores espirituales o acompañantes te lo señalan, de que fallas, te encuentras agotado gran parte del día, te quedas exhausto emocionalmente y que no eres del todo eficaz. A veces el “estar quemado” no se percibe en el desempeño laboral, pero sí en pensamientos, emociones o actitudes negativas hacia el trabajo, familiares y amigos y, en especial, hacia las personas por/con los que trabaja.

Para cuidarse es necesario pasar revisiones médicas periódicas, practicar algún de-porte, aficiones que nos gusten (leer, pintar, escuchar la radio, bailar, etc...), y quedar con amigos con quienes ser“nosotros mismos” y conectar de nuevo con uno mismo. Es necesario que cada cual piense cómo puede cargarlas pilas cómo llevarlo a cabo. A veces basta hacerlo solo,otras puede pedir ayuda a un amigo y, a veces, es necesario acudir a un profesional especializado (psicólogo opsiquiatra), como hizo el Papa Francisco: “A los 42 añosfui a consulta con una psicoanalista hebrea”.

Para favorecer el desarrollo de un estilo de vida apropiado y poder enfrentar, de forma más satisfactoria, las probabilidades de “desgaste”, es bueno fortalecer las habilidades y competencias relacionadas con la inteligencia emocional: identificación de nuestras emociones y delos demás, comunicar las emociones, y saber qué hacer con ellas.Todo esto no es nuevo, Jesús ya lo hacía: “Venid vosotros también aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco” (Mc 6, 31). Un sacerdote que se cuida podrá dar un mejor servicio a la Iglesia y tener un enriquecimiento de su vida personal. Ganas tú, ganamos todos.

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