Estrés y daño cerebral

La psicóloga Natalia García Argüelles escribe este artículo para el blog de Neuropsicología y Salud de la Consulta, en el que habla sobre el estrés y el daño cerebral.

El estrés es un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil, amenazante o percibida como tal. Es una respuesta general del organismo caracterizado por un conjunto coordinado de reacciones fisiológicas y psicológicas, que se producen como consecuencia del desequilibrio entre las demandas de la situación y recursos del individuo.

El estrés está compuesto por distintos elementos:

-       1. El estresor: La situación amenazante a la que el individuo debe hacer frente.

-       2. El individuo: que valora subjetivamente las demandas de la situación (o estresor) y sus recursos. Modula la relación entre la situación y la respuesta de estrés.

-       3. La respuesta fisiológica y psicológica de estrés que se produce en el individuo.

Algunas características de los estresores son:

-       La novedad

-       La no predictibilidad

-       La incertidumbre

-       La ambigüedad

-       La ausencia de control percibido

El estrés se divide en dos tipos: el estrés adaptativo y el estrés patológico o crónico. El estrés adaptativo es el más común, que parte de acontecimientos clave en la vida, de las exigencias y presiones del pasado, al igual que las anticipaciones del futuro cercano. Es un tipo de estrés beneficioso porque es de corta duración, motiva e impulsa a usar los recursos para manejar situaciones de emergencia o de amenaza.

Por otro lado, el estrés patológico, se considera el más dañino, debido por haber experimentado situaciones estresantes durante una larga duración. Este tipo de estrés puede tener efectos negativos en el cerebro, y en la salud física y mental.

Consecuencias del Estrés patológico

-       Físicas: fatiga, problemas digestivos, migrañas, tensión muscular, debilitamiento del sistema inmunológico, alteraciones del sueño, enfermedades cardiovasculares, y problemas metabólicos.

-       Mentales: ansiedad, depresión, dificultad de concentración, irritabilidad, comportamientos negativos (consumo de sustancias, aislamiento social, trastornos alimentarios y/o comportamientos compulsivos).

-       Cerebrales: Atrofia el hipocampo producida por niveles crónicos elevados de cortisol, alteraciones en la corteza prefrontal por la disminución de la densidad de materia gris, neuroinflamación, hiperactividad de la amígdala y disminución de la neuroplasticidad.

Según Selye, el síndrome general de adaptación es una respuesta fisiológica estándar del organismo que se produce ante un estímulo estresante, que ayuda al organismo a adaptarse, y está compuesto por tres fases.

Imagínalo como una montaña rusa. En la primera fase de alarma el tren sube en su largo carril hasta llegar a lo más alto. La segunda fase o de resistencia, llegará a la cima más elevada de la montaña, donde se detiene unos momentos, antes de  la fase final o de agotamiento), que será la bajada a toda velocidad.

-       Fase de alarma: se da una respuesta rápida e intensa de hiperactivación para superar la situación percibida como amenazante: hay un aumento de la respiración, del ritmo cardíaco, la presión arterial, tensión muscular y vasoconstricción periférica.

-       Fase de resistencia: durante esta fase, permite al organismo mantener la activación de forma continua y utilizando al máximo sus mecanismos de defensa, al no verse resuelta la situación. Una larga duración puede llevar hacia el estrés crónico.

-       Fase de agotamiento: debido a un período prolongado de exposición al estresor, el organismo pierde la capacidad de activación y se sitúa por debajo de niveles normales.

¿Por qué unas personas tienen mayor tendencia que otras?

Lo que marca la diferencia es la forma (adquirida y genética) en la que se reacciona al estrés, y que afectará o no al bienestar.

Por ejemplo, en el caso de los estresores organizacionales (condiciones físicas del ambiente, jerarquías), dependerá de la valoración del individuo, sobre cómo la persona percibe la situación y los recursos que posee. Según la valoración que se le dé, podrá derivarse en una emoción positiva si no se percibe como amenazante y los recursos de la persona serán adecuados o en estrés.

Algunos de estos mediadores psicológicos en el proceso del estrés son:

●      Rasgos de personalidad

●      Sistema de creencias (ideas de las que la persona tiene con anterioridad a la aparición de la situación estresante y guían la atención).

●      Los valores (creencias que tienen un significado importante para la persona)

●      Los motivos (variables que han movido a la persona a manejar una determinada situación)

●      Características culturales

Daño Cerebral

            El daño cerebral, es una alteración en la función o en la estructura del cerebro, que le causa un daño o trauma. Puede ocurrir durante el nacimiento o después de él. Por causas internas (enfermedades, infecciones, tumores, aneurisma, embolia o derrame) o externas (accidentes con traumatismos craneales).

Por lo general, la persona tiene 4 tipos de síntomas después de sufrir una lesión cerebral:

-       Síntomas cognitivos: déficit de memoria a corto plazo, de concentración y atención, velocidad de pensamiento, pérdida de conocimiento y cambios en la toma de decisiones.

-       Síntomas motores: dificultad para hablar, para caminar, de la coordinación y pérdida de equilibrio.

-       Síntomas físicos: dolores de cabeza, náuseas, mareos, vómito, visión doble, convulsión y sangre por la nariz u oídos.

-       Síntomas emocionales: depresión, ansiedad, cambios de personalidad y falta de emoción.

Estos síntomas, pueden ocurrir en el momento o hasta días después.

Hay distintos tipos de daño cerebral: congénito, adquirido y neurodegenerativo. El adquirido es debido a una lesión repentina en el cerebro (Trastornos vasculares, Demencias, Traumatismo (TCEs), Tumor, Epilepsia, Infecciones) con secuelas físicas, mentales y emocionales, según el área cerebral afectada y el grado de daño. Por otro lado, los neurodegenerativos, como el Alzheimer, la Esclerosis múltiple, la Demencia por cuerpos de Lewy y el Parkinson, que causan un daño progresivo a las células nerviosas del cerebro.  

Daño cerebral en correlación con el estrés

Como se ha visto anteriormente, el estrés crónico puede ser perjudicial para la salud y para la estructura y la función del cerebro. Con consecuencias como deterioro cognitivo, conductual, físico y emocional.

Puede llevar a alteraciones sobre la neurotransmisión, con cambios en la liberación y la función de los neurotransmisores. Esto a su vez produce trastornos emocionales, como la depresión y la ansiedad. Además, el estrés puede inducir inflamación en el cerebro, daño en las neuronas y sus conexiones sinápticas, que puede contribuir a deterioro cognitivo y degeneración neuronal.

Igualmente, la exposición prolongada del estrés, que se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, y el deterioro de las funciones cognitivas, como la atención, la memoria, el pensamiento y la toma de decisiones. 

Prevención de los daños cerebrales por Estrés:

Incluye distintas técnicas que reducen los niveles del estrés y enseñan herramientas para mejorar los estilos de afrontamiento. Algunas de ellas son la Terapia Cognitivo-Conductual, el Mindfulness, la Terapia de Aceptación y compromiso, así como cambios en el estilo de vida (dieta, ejercicio, sueño), y fortalecimiento de la red de apoyo social. En ocasiones son necesarios medicamentos psicotrópicos.

En conclusión, cuidarnos del estrés es fundamental para proteger a nuestra salud y cerebro de repercusiones negativas en el transcurso de la vida, debido a que tiene efectos no solo en nuestro bienestar emocional y mental, sino también en nuestra capacidad cognitiva. Afecta a nuestras neuronas, y por tanto a la memoria, atención, y pensamiento. Aumenta el riesgo de trastornos mentales y favorece la neurodegeneración.

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