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Tres caminos

El Dr. Carlos Chiclana escribe este artículo para la revista FilaSiete, en el que reflexiona sobre la serie 3 caminos y sobre ser caminante en la propia vida.




Tú decides si eres vagabundo, nómada, caminante o peregrino. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Caminante hay camino y te haces tú mismo al andar. Golpe a golpe, verso a verso. 3 caminos (Amazon Prime Video, 2021) es una serie serena y real como la vida. Dirigida por Norberto López Amado (El tiempo entre costuras, El príncipe) e Iñaki Mercero (Entrevías), cuenta cómo cinco personajes, hijos de nuestro tiempo y con motivaciones muy diversas, hacen el Camino de Santiago en tres momentos distintos de sus vidas. No tiene una acción trepidante, ni es distópica, ni te mantiene pegado a la pantalla por la intriga, pero si dejas que te afecte, puede despertar tu gusto por la aventura y la acción cotidiana.


Si te permites contemplar la belleza de la naturaleza, de paisajes, pueblos y senderos hacia Compostela, puede que te adentres en la belleza y autenticidad de los personajes, que evolucionan como entienden que es mejor para ellos. Si te permites serenarte con los ocho capítulos de esta serie, podrás reflexionar sobre ti mismo y sobre personas de tu vida, y sus complejas elecciones porque, como afirma la protagonista española: “El silencio nos recuerda que hay que observar, porque así nos damos cuenta de que no todo es lo que parece”.


Ilusiones, proyectos, vida, muerte, aciertos, errores y cambios vitales de los cinco protagonistas: Raquel (Verónica Echegui, Explota, explota), española que necesita perspectiva antes de su boda; Roberto (Álex González, X-menú), bombero mexicano que quiere cerrar un duelo por no haber salvado a una mujer; Jana (Anna Schimrigk, Big dating), una cínica okupa alemana que camina porque su hermana gemela se muere de cáncer y se lo ha pedido; el coreano Yoon Soo (Alberto Jo Lee, La piedad), que se debate entre la música y la presión paterna para asegurar el futuro laboral; y Luca (Andrea Bosca, La guerra è finita), un divertido italiano alcohólico que se lía con cualquier mujer que encuentre disponible. Cada uno busca su camino personal en el camino al Finisterre.


Unos te caerán bien y te parecerán mal las decisiones que toman otros. Como en la vida misma. Antes de moralizar o etiquetar sus conductas permítete escuchar, observar, sentir. Libérate del “tiene que”, “debe de” e intenta conectar con la otra persona, conocerle, sentirle y desde ahí, seguir con él o seguir tu camino. No te pre-obligues con pre-juicios, ni te obligues con juicios. Ni condenas ni salvas, comprendes. Observa, escucha, atiende, déjalo estar y tú actúa conforme tú consideres qué es lo bueno, lo verdadero, lo bello. Demasiada responsabilidad, ¿no? Exige conciencia personal.


Hay caminos personales, familiares, sociales, laborales, de servicio a los demás, de crecimiento, etc. Todos ellos nos piden ser andados, y no de cualquier manera, sino andados por nosotros mismos con nuestros “pies particulares”, pies con nombres y ocho apellidos, sobre ese “camino concreto”. Si lo hacemos con voluntariedad actual en cada paso, en cada paso nos haremos más nosotros mismos, nos personalizaremos.


Caminar para reponerte, para volver a ponerte en ti mismo. Retomar tu proyecto personal, profesional y relacional con amigos y familia. Todos tenemos un fondo que sacar de nosotros mismos y comportarnos como quien realmente somos, seguir nuestras ilusiones, nuestros sueños. Aquellos proyectos que nos hacen ser más nosotros mismos, sin disfraces, sin máscaras, pero como considera el caminante mexicano: “El camino se te puede hacer tan largo, que a pesar de estar claramente señalizado uno tiene la tentación de buscar atajos”.


A veces nos justificamos y decimos que no andamos por ese camino porque no es el nuestro. Lo mismo le pasa a Theo, el protagonista de la novela El jilguero (premio Pulitzer 2014). Tras unos años complejos de abandono, traumas, violencia, sexo y drogas, amistad y amor, sigue buscando su identidad y reflexiona: “... cuando tenemos dudas, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo sabemos qué es lo que más nos conviene? Todos los psiquiatras, todos los orientadores de profesión y todas las princesas de Disney saben la respuesta: sé tú mismo. Haz lo que te diga el corazón”.


Pero ni a Theo ni a los protagonistas de 3 caminos le sirve. La simpática y superficial inmoralidad reinante ha sacrificado su identidad en el altar de la economía, el éxito, la propiedad, el placer. Theo pide explicaciones: “¿qué pasa si da la casualidad de que tienes un corazón que no es de fiar? ¿Y si el corazón, por sus propios motivos insondables, te aleja con obstinación en una nube de resplandor indescriptible de la salud, de la vida doméstica, de las responsabilidades cívicas, de los contactos sociales y de todas las virtudes comunes tibiamente mantenidas, y te lleva directo a un bonito espectáculo de ruina, autoinmolación y catástrofe?”.


¿A quién no le ha hecho alguna jugarreta su corazón? La experiencia y la formación personal van ayudándote a descubrir que la verdad existe, aunque solo la conozcamos parcialmente. Un compañero de trabajo, con menos años de experiencia de vida, defendía un argumento comprensible en los tiempos que corren y difícil de compartir cuando te dedicas a trabajar con personas: “es que no quiero normas ni que me influyan, lo que importa es el amor y la espontaneidad”. Pero no le estaba dando buen resultado, y esto contrasta también en la serie con el desarrollo de la vida de los protagonistas, que además carecen, en términos absolutos, de cualquier referencia espiritual o sobrenatural.


Theo propone una solución que apela a la libertad y a la conciencia: “No se trata de apariencias externas sino de significado interior. Una grandeza en el mundo, pero no del mundo, una grandeza que el mundo no entiende. Ese primer destello de pura otredad en cuya presencia floreces una y otra vez”. Esto pasa en el Camino, cuando andas integrado y asociado.


Afrontar las dificultades, recomenzar para no dejar pasar el tren de la vida. Ponle música a tu cambio. Con la certeza de que el hombre, además de libertad, es novedad. Por eso, si sigues la llamada de tu identidad pasarás de vagabundo a caminante, de caminante a peregrino. Con origen y destino. Cuesta lo suyo. Merece la pena.


Disfruta el Camino, lo que queremos cambiar es el futuro disfrutando del presente. No te pierdas lo mejor y baila al ritmo de Camarón: “volando voy, volando vengo/ por el camino yo me entretengo/enamorado de la vida/ aunque a veces duela”. Disfruta de la serie y de su banda sonora para los amantes de la música indie española. ¡Buen Camino!



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