La psicóloga Clara de Cendra publica este artículo para Europapress.
"No debería importarme lo que me dijo", comentaba un día Julia. "Sé que es una tontería pero no puedo dejar de pensar en ello. Soy demasiado sensible. Tengo que cambiar".
"Quería haberle contestado, pero le sonreí", se entristecía Manuel. "Es como si no pudiera moverme en ese momento, me da miedo su reacción y me bloqueo. Termino pareciendo un tonto".
¿Alguna vez has querido ser de otra manera? ¿Has estado intentando cambiarte? Quizá sea un buen momento para descansar y dejar de luchar de esa manera. Prueba otro camino, no tienes nada que perder y sí mucho que ganar. Empecemos por el principio: ¿Quién soy? Busca las respuestas dentro de ti.
Tu identidad es algo que nace con tu persona. Habla de tus gustos, de tus prioridades, de tus defectos y de tus virtudes. Habla de quién eres. No te desgastes procurando cambiarte, eso no va a funcionar. ¿Qué te parece si vas procurando descubrirte, aceptarte, cuidarte y mejorarte?
Las primeras veces que busques en ti podrás leer dudas, incertidumbres, inseguridades y miedos. Habrá muchos momentos en que no sabrás muy bien qué te pasa, ni qué sientes. Llegarás incluso a pensar que está mal lo que sientes. Y seguramente rechaces lo que te hace sufrir. Es normal, y no te dejes vencer por ello. No huyas de ti mismo. Aprende a sentir lo que "te toque sentir".
Poco a poco irán apareciendo certezas. Te darás cuenta de que cada vez tienes más claro qué cosas te gustan, cuáles te entristecen y por qué te ilusionas con ciertos detalles. Además podrás comprobar que son cosas que no cambian con el tiempo. Confía en tu identidad.
Finalmente vivirás la vida con la seguridad de saber quién eres. Y desde ahí, podrás elegir qué cosas te hacen realmente sentir bien y además suponen un bien para ti. Ejercita tu libertad.
¿Cómo puedes ir respondiendo a la importante cuestión de "quién soy"?
1º PASO: Hazte preguntas en las tres dimensiones que componen a la persona: física, psicológica y espiritual.
"¿Prefiero tomar macarrones o pescado?", "¿Me gusta pasear solo?", "¿Me llena mi trabajo?". Cierra los ojos, hazte una pregunta y busca la respuesta en tu estómago, en tu pecho, en tus hombros* (Por ahora deja fuera la frente que es la parte racional). Las primeras veces puede resultar difícil verlo. Date tiempo. Las respuestas irán apareciendo.
2º PASO: Ponlo en palabras.
"En este momento me siento angustiado", "me siento enfadado", "me siento reconfortado". Párate para describir tus emociones y acéptalas, no las cuestiones. No busques explicaciones, argumentos, lógicas o porqués. Es un lenguaje subjetivo y verdadero: ¡el tuyo!
3º PASO: Escúchate.
Si estás triste ese día haz algo que te guste especialmente. Si estás agotado exígete un poco menos. Si estás angustiado entiende que seguramente vayas a cometer más errores. Sé coherente en tus decisiones y expectativas.
4º PASO: Ponte metas.
Necesitas caminar hacia algún lugar. Esfuérzate por mejorar. Mira el punto desde el que partes y procura avanzar poco a poco hacia unas metas. Recuerda que la perfección no existe. Lucha por ser la mejor versión de ti mismo.
5º PASO: Relaciónate con los demás.
"Me siento tranquila cuando estás en casa", "Me da miedo cuando me gritas", "Me siento despreciado cuando no me hablas". Muéstrate a los demás. Pon en palabras qué sientes, prefieres, te duele o te alivia. Hazlo sin justificarte y sin dar explicaciones o argumentos. Sé fiel a ti.
6º PASO: Cuida de los otros sin dejar de cuidar de ti.
Cuando sepas cómo te encuentras y qué te ayudaría, busca y elige dónde habría un bien para ti. Después pregúntate dónde hay un bien para el otro. Decide con todo ello, sin sacrificar unos por otros.
"¿Quién soy?". Tú eres único. No necesitas ser perfecto, necesitas ser tú mismo. Eres perfecto en tu imperfección. Y como decía Oscar Wilde: "Sé tú mismo, los demás puestos ya están ocupados".
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