La psicóloga María Galiot Caballero escribe este artículo para el blog de Neuropsicología y Salud de la Consulta, en el que explica las diferencias neuropsicológicas entre el cerebro masculino y el femenino en cuanto a la sexualidad.
Se entiende por sexualidad al conjunto de características de cada sexo o a la condición sexual propia de la especie humana y de todos los animales y plantas que se reproducen mediante la unión de células específicas: masculina y femenina.
El ser humano está tan marcado por la sexualidad que esta constituye una parte muy importante en la vida de los hombres. Es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, culturales, éticos, espirituales y estructuras cerebrales. Por todo ello, la sexualidad va más allá de lo puramente biológico y está bajo la influencia de diversos elementos.
Dicho esto, el presente artículo se centra en la relación que existe entre la sexualidad y la neuropsicología. Desde el punto de vista de la neuropsicología, la dimensión humana de la sexualidad se basa en los descubrimientos estructurales y funcionales que intervienen en la conducta sexual del ser humano. Los investigadores están cada vez más seguros de que el órgano sexual más importante es el cerebro y es posible explicar la sexualidad humana desde las diferencias estructurales del mismo.
Los especialistas en el tema sostienen que el sexo determina diferencias en el comportamiento y que las más evidentes tienen que ver con el sistema endocrino, ya que si bien hombres y mujeres segregan andrógenos (hormonas masculinas) y estrógenos (hormonas femeninas), lo hacen en cantidades diferentes, por lo tanto, un tipo de hormona predomina sobre el otro en cada sexo. Asimismo, las hormonas sexuales no sólo transforman los genitales, también condicionan los comportamientos, al modificar la estructura neural del cerebro.
Estudios recientes muestran que las hormonas sexuales actúan sobre determinadas células cerebrales, las que se hallan situadas en el sistema límbico, sobre todo en el hipotálamo y las regiones septal y amigdalina. Son estas estructuras las que controlan el comportamiento sexual de un individuo adulto. En ellas se encuentran diferencias morfológicas dependientes del sexo.
En primer lugar, la corteza límbica, área relacionada con las respuestas emocionales, tiene un volumen mayor en mujeres que en hombres.
Por otro lado, el hipotálamo, estructura que se encuentra en la base del cerebro y regula múltiples funciones del organismo en las que intervienen las hormonas, regula el comportamiento reproductor. Dentro del hipotálamo se detectan diferencias claras entre los sexos; por ejemplo, una región que recibe el nombre de núcleo sexual dimórfico, y que está relacionada con funciones reproductivas masculinas tanto endocrinas como conductuales, tiene más del doble de tamaño en los hombres que en las mujeres. Por otro lado, se ha detectado que otra región hipotalámica, el núcleo periventricular anterolateral, que se relaciona con la regulación neuroendocrina de la reproducción, es mayor en las mujeres que en los hombres.
Asimismo, la amígdala, la cual desempeña un rol activo en la vida emocional de ambos sexos, es más grande en el cerebro masculino. Sin embargo, ante estímulos de contenido idéntico o similar, tiene mayor activación en el cerebro femenino.
Por todo ello, se puede decir que, dadas las estructuras cerebrales del hombre y la mujer, la intensidad, provocación y entendimiento del amor pueden llegar a ser distintos en ambos sexos. Mientras que en el hombre predomina el hemisferio izquierdo (más analítico) en la mujer predomina el derecho (más emocional). El cerebro de la mujer es más rápido, eficiente e intenso para enamorarse, refleja la expresión de entendimiento de reforzamientos positivos y mayor evocación de cambios neuroquímicos que provocan más emociones.
Tras el desarrollo del artículo, se puede concluir que las diferencias cerebrales entre el hombre y la mujer son diversas, afectando las mismas a la forma en la que cada uno de los sexos percibe y vive su sexualidad. Este es un tema que afecta a todos los hombres ya que el ser humano es un ser sexuado, y esta sexualidad no le deja indiferente. El hombre espera amar y ser amado, y en esta dinámica, son esas diferencias cerebrales las que hacen al hombre y a la mujer distintos (además de las diferencias individuales de cada persona).
Por lo tanto, es importante reconocer estas diferencias como algo propio de la naturaleza del hombre y que entra en juego en las relaciones interpersonales.
Referencias
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Calixto, E. (2015, marzo 16). Mujeres y hombres: breve explicación de la diferencia del amor. Excélsior.
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Viale, D. (2020, noviembre 17). El género en el cerebro. Nestor Braidot.
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