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Consecuencias Neuropsicológicas del Abuso Sexual Infantil

La psicóloga Cristina Moreno Retamosa escribe este artículo para el blog de Neuropsicología y Salud de la Consulta, en el que explica cuáles son las consecuencias a nivel neuropsicológico del abuso sexual infantil.



El abuso sexual infantil se contempla dentro de una de las formas de maltrato infantil, siendo este uno de los más tabú y menos conocido, tanto en lo referido al contexto médico como en el social.


Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de abuso sexual infantil? Una de las principales dificultades es la carencia de un acuerdo conceptual, sobre todo para la víctima, a la hora de poder identificar cuáles son los límites y así se perpetúe el estado de silencio, así como por parte de los tutores legales, cuidadores principales y de las autoridades a la hora de actuar ante este tipo de hecho.


Una de las definiciones más utilizadas es: toda actividad con significación sexual donde haya involucrada un menor, el cual no comprende o no ha dado consentimiento a tal acción. El agresor puede ser un adulto o un igual que se encuentra en una posición de poder o control más alto que la víctima y por tanto utiliza la manipulación para hacerle creer a la víctima que si lo relata tendrá consecuencias.


Así, existen dos tipos de abuso sexual infantil, uno de ellos es aquel ejercido fuera del contexto de las relaciones familiares, ya sea por una persona conocida o desconocida que anula la voluntad y libertad personal del menor en cuestión (extrafamiliar). Sin embargo, más de la mitad de todos los niño/as que son abusados sexualmente son abusados por un padre o madre, otro familiar o amigo muy cercano. A este suceso se le llama abuso sexual intrafamiliar, ya que ocurre dentro de la familia.


Según los datos encontrados, en 2022 se llegaron a presentar 7.133 casos de delitos contra la libertad sexual siendo víctima tanto niños como adolescentes.


Una vez conocida su definición e incidencia, es importante conocer las consecuencias en las diferentes áreas cerebrales, no sólo en el abuso sexual infantil, sino en general en una situación de maltrato incluyendo tanto este abuso sexual, como el maltrato físico y la negligencia emocional. De esta manera, el maltrato infantil y más específico el abuso sexual, no sólo tiene un gran efecto negativo en el desarrollo de las diversas estructuras cerebrales, sino que también afecta a la propia conectividad entre ellas, como en el fascículo uncinado, el cual se encarga precisamente de conectar diferentes partes del sistema límbico en las víctimas de abuso sexual infantil y más concretamente intrafamiliar.

Otra de las alteraciones del abuso es la afectación en áreas del córtex, observándose una disminución de la materia gris, relacionado con una disminución de capacidades cognitivas y desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, así como una disminución del volumen intracraneal y cerebral inferior en estas víctimas.


Pero… ¿qué consecuencias han producido estas alteraciones en los volúmenes? Pues principalmente una escasez de la capacidad perceptiva de los estímulos amenazantes. El cerebro está programado para estar en alerta ante posibles peligros, sin embargo, cuando se producen estas alteraciones, el cerebro pierde su capacidad de detectar posibles amenazas y como consecuencia, no puede enviar las señales necesarias al centro de control llamado “eje hipotalámico”, con el fin de que se activen los neurotransmisores encargados de lidiar con el miedo y estrés, como el cortisol.

 

Este proceso es importante para comprender qué ocurre cuando no percibimos correctamente el peligro, y es que nuestro cerebro puede interpretar de una manera errónea la situación. Así, la amígdala, estructura clave para procesar las emociones, en lugar de favorecer esta calma, lo que hace es sobreexcitarse, desencadenando respuestas emocionales intensas y desproporcionadas, como la rabia o ira, en situaciones no necesarias.

 

Además, estas alteraciones pueden afectar la forma en que recordamos y registramos ciertas experiencias. De esta manera, el hipocampo resultaría el más afectado, pudiendo registrar inadecuadamente los eventos como negativos y reforzando así las respuestas emocionales desproporcionadas.

 

Uno de los problemas principales de esta respuesta, es que se cree un tipo de aprendizaje erróneo, interpretando situaciones que no son peligrosas como tales y como consecuencia reaccionar de forma exagerada.

 

Esta disminución, también afecta al hipocampo vinculado a experiencias de abuso sexual, observándose un gran número de consecuencias a nivel psicológico como las emociones patológicas, vulnerabilidad al estrés a largo plazo, comorbilidad con otros trastornos como el trastorno de estrés postraumático, ansiedad o trastorno límite de la personalidad y desregulación emocional. Además, los sujetos que sufren estrés crónico presentan un rendimiento insuficiente en actividades que implican poner en funcionamiento el córtex prefrontal.

Por último, sería interesante destacar la afectación que se produce en procesos básicos como la memoria, atención y la concentración.

 

Es de vital importancia tener en cuenta estas consecuencias para que en investigaciones futuras se centren en intervenciones específicas atendiendo a estos factores, intentado mitigar estos efectos. También sería interesante añadir otros factores relevantes como las diferencias de género y de edad en la presentación de estas consecuencias para guiar intervenciones más personalizadas y entender de una manera holística la transmisión intergeneracional de la violencia infantil.

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

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Morandotti, N., Dima, D., Jogia, J., Frangou, S., Sala, M., De Vidovich, G. Z., Lazzaretti, M., Gambini, F., Marraffini, E., d’Allio, G., Barale, F., Zappoli, F., Caverzasi, E., & Brambilla, P. (2013). Childhood abuse is associated with structural impairment in the ventrolateral prefrontal cortex and aggressiveness in patients with borderline personality disorder. Psychiatry Research: Neuroimaging, 213(1), 18-23.


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