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Mi mejor Navidad

El Doctor Carlos Chiclana publica este artículo para el Debate de Hoy.



Sugerencias para disfrutar y crecer en Navidad, época del año que es una tormenta material perfecta para apreciar que las cosas importantes de la vida no son cosas.


Este año sí hay Navidad y es la mejor. Tras estos intensos meses de 2020, queda claro que lo importante es lo importante y que lo primero es lo primero.

Cada uno la celebrará a su manera y, si quieres, sabes y puedes, con su verdadero sentido. Los cristianos, con mayor conciencia de quién es el Salvador, liberados del peso de tener que ser autónomos. «¡Que levanten la mano los que quieran resucitar!», decía el poeta Nicanor Parra. El Nacimiento de Jesús es el primer paso para poder ponerse a la cola a esperar. Mientras tanto, a disfrutar con los demás. Ahora, con la Navidad, que entraña una salud mental deseable para los 365 días del año.

En esta entrevista, Natalia Sanmartín (El despertar de la señorita Prim) habla sobre su reciente libro (Un cuento de navidad para Le Barroux) y refiere que «tras la realidad material está siempre la espalda de Dios, por decirlo así, y de que Dios habla a través de las cosas». Ahora tenemos muchas «cosas»: luces, comidas, dulces, regalos, escaparates, adornos, figuritas de belén, lotería, reuniones y vacaciones. Una tormenta material perfecta para apreciar que las cosas importantes de la vida no son cosas. Una época para engordar tu salud mental y que esos quilos psicológicos que ganes ya no los pierdas. Algunas sugerencias para disfrutar y crecer en estos días:


1. Ser hogar para ti mismo y para otros

Con la melodía de los anuncios de turrón El Almendro puedes aprovechar para volver a tu hogar. Recibir en primer lugar a todos tus yoes, para volver a conectar contigo, para invitar a esa parte de ti que quizá todavía desprecias un poco o le reprochas o estás enfadado con ella y decirle que sí, que puede volver a casa, al hogar de tu identidad, que tiene un plato en la mesa, que tendrá regalos, que se le abrazará, que se le dirán palabras cariñosas, que se le perdona. Si tú eres hogar para ti mismo, también lo podrás ser para otros.


2 Dar luz y dejarse alumbrar

Los alumbrados callejeros y los de casa nos animan a encender luces en la propia vida y en la de otros. A pedir lumbre a los que nos quieren, para ver bien el camino del proyecto vital y saber que no estamos solos. Tienes luz que dar a otros sin más pretensión que la de ser tú mismo, sin proponerte «ser ejemplo». Porque tienes conocimientos, ideas, sugerencias, referencias, experiencias y porque comprendes, animas, validas y refuerzas. Los que te rodean también tienen luz, aprovéchala y con más sentido si ves la vida un poco tenebrosa. Dale al interruptor.


3 Hacer regalos y aceptar los regalos

Es uno de los lenguajes del amor (Gary Chapman). Una oportunidad para hacer nuevo el motivo por el que regalas: decir te quiero, te aprecio, ¡qué bueno que existas! Y qué bueno que estés en mi vida. Si lo hacen contigo, acéptalo y disfrútalo. Déjate querer.


4 Celebrar y brindar

La cultura de la celebración ayuda a la salud mental por la alegría, la satisfacción y el agradecimiento. Si además es compartida, facilita el sentido de pertenencia que sustenta en la lucha. Estamos vivos, juntos, unidos, hemos llegado hasta aquí y todo esto es mejor que todo lo negativo que nos ha pasado este año. La vida es ahora y este partido lo vamos a ganar.


5 Buenos deseos y esperar con ilusión

Soñar es un trampolín para crecer, para lanzarse a desarrollar nuevos proyectos. El comienzo del año te puede ayudar a potenciar buenos deseos e ilusiones para ti mismo, para tu familia, tus amigos y compañeros. ¡Feliz Navidad! ¡Ojalá nos toque la lotería! ¡Mis propósitos para año nuevo son…! Con la cabeza alta y el cuerpo erguido.


6 Jugar

Como los niños. A veces se gana, otras se pierde. En Navidad esperamos a un Niño de risa clara -como el de Pessoa, como El Principito- que juega mucho, quien lo conoce lo sabe. Los niños que no juegan se vuelven adultos raros. Los adultos que no juegan se pierden la mitad de la vida. Tírate al suelo de la vida a rasparte las rodillas y volver sudado en casa con ganas de merendar.


7 El espíritu de la Navidad

Nunca tantas cosas materiales refieren a tantas cuestiones espirituales. Luz para la inteligencia. Amor para regalar. Esperanza de lo bueno. Conexión con los demás. Fiesta para compartir. Canciones para alegrar. Una gran oportunidad para revitalizar la vida espiritual, más allá del mundo interior, que a veces es un poco casino y no hay que hacerle mucho caso.


8 Afirmarse y afirmar a otros

Cuando alguien te dice que sí, que tú lo vales, que eso que has hecho le ha llegado, que cuenta contigo, te ayuda a ganar en seguridad, ¿verdad? Navidad es tiempo de volver a percibir el valor de uno y también de tener palabras de afirmación para otros. Solo hay una condición para ser valioso: existir.


9 Servir y dejarse servir

Una historia narra que un hombre de negocios fue a descansar el fin de semana junto al mar. Al salir a pasear por la playa con la marea baja, la encontró repleta de estrellas de mar. Observó cómo un chico joven las cogía y lanzaba al agua. Se acercó hasta él y comentó que no valía la pena, que había demasiadas. El otro le miró sonriendo, lanzó una estrella y dijo: «Para esta sí que valió la pena».

Cualquier acto de servicio vale la pena, tanto si lo haces tú sobre otros como si lo hacen otros sobre ti. Servir es amar. Déjate afectar.


10 Poner el Misterio

Algunos dicen «poner el belén», otros «poner el Misterio». Toda vida tiene encerrado un misterio. Algo desconocido a ojos superficiales y con un hondo significado que llena de valor, dignidad y autenticidad cada gesto. Ver a una pareja joven con un buey y una mula te recuerda el misterio de tu vida. ¿De dónde habrá salido? Vívela con ganas, ya verás las sorpresas que te llevas.

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