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La asistenta: tomar las riendas

El Dr. Carlos Chiclana publica este artículo para la revista Fila Siete sobre la serie La asistenta de Netflix, en el que señala la fortaleza y valentía de la protagonista a través de las vicisitudes y adversidades que debe afrontar.



Margaret Qualley da vida a Alex. El personaje lleva, con la aparente ligereza de las bailarinas, el pesado peso de esta serie que camina entre el feminismo, el retrato de la pobreza rural de Estados Unidos, la relación madre- hija, la fortaleza, la poquedad del varón agresivo Sean-ex marido de Alex-y del no-padre de Alex, Hank... También hay personas buenas como Denise y Nate. Así leído, puede parecer una serie poco apetecible pero es amable e intensa, que atrae con fuerza sin ser trepidante.


Molly Smith Metzler es la creadora y cuenta con experiencia previa como guionista de Orange is the New Black, Casualy Shameless. Le ayudan en la escritura dos hombres y dos mujeres. En la dirección y la producción está presente también el veterano John Wells (El ala oeste de la Casa Blanca, Shameless). La asistenta (Maid) adapta una novela autobiográfica de Stephanie Land, publicada en 2019 y titulada Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive. Antes de escribir esa su primera novela, Land publicó en 2015 un artículo titulado “I spent 2 years cleaning houses. What I saw makes me never want to be rich”.


Alex escribe sobre las personas a quien limpia las casas ¿para saber que no está sola? Tiene ideales. Estuvo a punto de ir a la universidad. Cuando compara su vida con las de las personas que tienen dinero percibe que ella es también una afortunada por otras cuestiones como la maternidad, la vitalidad, la capacidad de lucha.


Se aprecia que Qualley está conteniéndose para no bailar en cada secuencia, solo se lo concede el guion en un momento de extrema alegría, pero aun así la danza de su cuerpo en cada escena y su expresividad facial con mínimos gestos oculares y labiales te permiten disfrutar de su interpretación, aun cuando el guion se desnorte en algún momento.


Alex es hija de Paula, con un trastorno bipolar no tratado, y también aprende cada día a ser hija. El baile de la vida real (Qualley es hija de McDowell) se traslada a la coreografía interpretativa de ambas, quienes han sufrido realmente parte de lo que la serie describe.

Alex está viva, tira adelante. Tiene fortaleza: resiste, ataca, persevera. Ha sido víctima y lo sigue siendo, pero no se apalanca en un papel victimista que la haría infantil y la dejaría indefensa. No se venga ni se amarga, toma las riendas. Es protagonista de su vida. Ha cometido y comete muchos errores pero no anda culpabilizándose en modo neurótico. Se sabe vulnerable y precisamente por eso lucha. No se dedica a tirar piedras a los perros que le ladran, sino a apartarse de ellos. Alex es madre y aprende cada día a serlo.

Estamos en tiempos de personas fuertes y valientes como Alex. Valiente porque se sabe débil, se escucha a sí misma, comprende y acepta sus limitaciones, aunque a veces tarde en pedir ayuda y dejarse ayudar. Fuerte porque resiste los envites y los embates del propio yo y de tantas adversidades de la vida, ataca las dificultades que su exmarido, su madre, su padre, su trabajo o su falta de dinero generan. A veces, gana y, a veces, pierde. Valiente porque cree, persevera, es leal a sus propias decisiones, a su propio ser y a su propia identidad. Fuerte para ser ella misma y ser feliz en su vida real, con luces y sombras. Cultura del esfuerzo en estado puro.


Refieren algunos críticos que la conclusión sería que no vale la pena esforzarse porque son tantos los factores que influyen en tu vida que para qué, pero ¿crecería la hija de Alex con esa confianza en su madre, con ese apego seguro, con esa sonrisa y capacidad de juego? Alex cambia el patrón de educación y cuidados recibido de sus padres, esto es una muestra de maduración de la personalidad y un factor protector de la salud mental.


El personaje te interpela, las historias son cercanas. La serie no te obliga ni te manipula, no te dice lo que tienes que pensar o sentir, porque tienes diferentes estados mentales con los que identificarte. Es también reseñable que el guion no juzgue a los personajes, ni te exija que lo hagas (ni que les salves ni que les condenes). El relato permite valorar que, aunque la verdad sea una, la realidad es contradictoria: si hay sombra es porque hay luz. La asistenta ayuda y lo hace a muchos niveles. Entre otros, ayuda a entender que la vida es polivalente, que vale la pena jugar con todas las cartas, porque en la lucha por conseguir lo bueno, la vida y las personas se hacen mejores.



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