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El misterio de las seis Teresas

blog7684

El Dr. Carlos Chiclana escribe este artículo para la revista Omnes, en el que habla del misterio de las seis Teresas.


Una tarde de invierno, Teresa de Jesús invitó a cinco amigas a merendar chocolate caliente, para compartir sus vidas y su vocación personal. Teresa de los Andes llegó la primera a la mesa camilla con brasero. Teresa de Liseux y Teresa Benedicta de la Cruz llegaron a la vez; a Teresita se le saltaron las lágrimas con solo saludar a Edith, quien templadamente devolvió el saludo con cariño alemán. Teresa de Calcuta se retrasaba un poco, ya andaba algo encorvada, pero Teresa Jornet, volcada con los mayores, se apresuró a ayudarla.


Las seis contaron su encuentro personal con Jesucristo, cada una con su modo de ser, su particular personalidad, su psicología y sus circunstancias de vida. Estuvieron de acuerdo en que ellas y sus procesos de vida eran muy distintas. Pero se rieron mucho al ver que las seis se llamaban Teresa, eran monjas, habían dado su vida totalmente, se habían dejado amar por la misma persona y habían llevado un hábito. Las seis afirmaron que su peculiar vida, que podría parecer sin más la de “una monja llamada Teresa”, lejos de anular su personalidad la había potenciado. ¿Cuál era el misterio? Aseguraron que cada acto de entrega las había hecho más auténticas, más dignas, más válidas. Las había personalizado porque habían elegido lo bueno para sí,-esto había potenciado su verdadero yo- y el progresivo descubrimiento de su identidad. Vidas complejas, con alegrías y sufrimiento, con fortalezas y con debilidades psicológicas, y con una sana integración de todas sus dimensiones.


Seguir a Jesucristo de verdad, debería potenciar el desarrollo del propio yo y generar equilibrio. Así les pasó a las seis Teresas: lejos de quedar anuladas o alienadas, esculpieron su yo y su personalidad en el camino.


Esta merienda de monjas nos puede servir para preguntarnos si, ante las decisiones de la vida, me pregunto ¿es esto bueno para mí? Bueno con toda la hondura de la bondad, verdad, belleza y unicidad del ser uno mismo. Pueden ser decisiones cotidianas, como si tomo un huevo frito, o más existenciales, sobre una dedicación o elección personal. ¿Es que no son buenos los huevos fritos o no es estupendo ser monja? Muchas personas realizan actos que son considerados buenos en sí mismos, pero que no son buenos para esa persona y les desequilibran. ¿No es buenísimo tomar un huevo frito? Sí, y además necesito preguntarme, ¿es bueno para mí? Cuando no es bueno para uno mismo, estas acciones alejan del verdadero yo, despersonalizan, dificultan descubrir la identidad personal y desintegran la unidad.


Le decía a una paciente religiosa -con quien ya tenía una buena alianza en la terapia- “no puedes ir disfrazada de monja”. ¿Qué ocurre cuando alguien absolutiza la obediencia en la fe y la convierte en sumisión? ¿Dónde quedan la libertad y autonomía? Las seis Teresas eran auténticas, eran mujeres libres, independientes y autónomas, a la par que obedientes, serviciales y entregadas. Ser monja no era un disfraz superpuesto. ¿Es posible ser independiente y, al mismo tiempo, profundamente religioso, o la religión restringe nuestra identidad personal? ¿Te puedes entregar a Dios totalmente sin dejar de ser tú mismo? Lo sano sería hacer lo que hicieron las Teresas: a más entrega, más autenticidad; a más unión con Dios, más desarrollo de su personalidad. Amar al prójimo como a sí mismas.


Cuando atendemos a una madre de familia desgastada o un sacerdote que ha perdido el gusto por su tarea o una religiosa cansada de su comunidad, nos preguntamos: ¿Ha de evitar sus atenciones como madre?, ¿dejar de ser sacerdote?, ¿hacer su vida al margen de la comunidad? Habitualmente la solución llega mejor por un cambio en el modo y proporción en que se desarrollan esas tareas, con toda la entrega que corresponde y también con alguno de estos ingredientes: poner límites porque para hacer buenas mis decisiones; una elegante firmeza para decir que no cuando no corresponde; mantener mi proyecto de vida sin bailar la música del que dirán, la de la falta de aprobación o la de la incomprensión; comunicar qué quieres, qué piensas, qué sientes y qué deseas, con claridad y de modo directo; el cuidado personal del cuerpo, el alma y las relaciones personales; el equilibrio entre darse y cuidarse; el orden en los amores; dar lo que se tiene, para darse es necesario poseerse; estar conectado contigo, dentro de ti, para poder salir necesitas estar dentro; dejarse servir y dejarse querer, lo sano para cualquier ser humano es amar y ser amado.


Quizá el misterio de las Teresas es que sabían que eran un misterio, así se trataban y pretendían querer y dejarse querer, y descubrir que Dios no era como ellas creían, era mucho mejor.





 
 
 

1 commentaire


jerry bi
jerry bi
hace 5 días

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