Artículo publicado por el doctor Carlos Chiclana para el diario El Debate de Hoy.
El debate sobre el porno ético debería responder a la pregunta ¿perjudica gravemente al prójimo o atenta contra determinados derechos fundamentales?
¡Estamos de enhorabuena! Podemos discutir sobre pornografía. No se ha normalizado ni nos hemos acostumbrado a la “pornificación” por parte de la cultura audiovisual. En su libro Pensar la pornografía (Paidos, 2005), Ruwen Ogien, director de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique, organismo público francés, aborda la ética del porno. Una ética de mínimos con tres principios: neutralidad en el concepto del bien; principio negativo para no generar perjuicios físicos y psicológicos a personas específicas; y principio positivo para otorgar el mismo valor a los distintos opiniones e intereses.
Distintos grupos asisten a la mesa de debate. Lleva la delantera el que se preocupa por cómo el porno afecta a la salud sexual y mental de las personas, porque son numerosas las publicaciones académicas que sugieren que así podría ser. La pornografía puede influir en las conductas sexuales de adolescentes y jóvenes, generar deterioro en su vida sexual, modelar comportamientos y promover conductas sexuales violentas contra mujeres. Hay investigaciones que la vinculan con conductas de riesgo sexual, permisividad sexual y tratar como objetos a las personas...haz click aquí para seguir leyendo.