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  • Francisco López Cánovas. Psiquiatra

¿Cómo afrontar la vida después del MIR?


Ésta es una pregunta que resuena en las conversaciones de los médicos recién especializados. Cirujanos generales, dermatólogos, neurólogos, traumatólogos, cardiólogos... Las singularidades de cada especialidad médica son enormes; pero todos tenemos en común el final de nuestra formación oficial como especialista y la confrontación entonces con el futuro de nuestra vida personal y nuestra carrera profesional. Tres factores han condicionado mis elecciones y aquí los comparto.

Vocación o el valor de mi trabajo para mí mismo

Ya desde que en quinto curso de la Facultad de Medicina estudié la asignatura de Psiquiatría, había algo muy fuerte que me movió hacia el camino que hoy sigo. En mis prácticas en la Unidad de agudos del Hospital La Paz me pregunté: ¿qué puede hacer la persona de un médico por cuidar el estado mental de los pacientes?, ¿Cómo se cambia el estado mental de una persona, desde el miedo, la depresión, el vacío, el delirio... a la paz, el deseo, la esperanza o la alegría?

Desde aquella primera vez que me hice la pregunta, más de ocho años después, ésta continúa siendo el motor principal que me impulsa. Desde ahí afronto ahora la vida después del período de especialización MIR. Continúo por ello profundizando y sin dejar de estudiar sobre psicofarmacología, nutrición, actividad física o terapia ocupacional; métodos todos ellos probados para hacer más agradable el estado mental de las personas que sufren.

Pero sin duda, el campo que más me mueve a estudio y el que me proporciona más ayuda a la hora de servir a personas con síntomas mentales es el de la psicoterapia. Hay un fenómeno misterioso, científicamente probado, y es que por el hecho de que dos personas se encuentren para hablar periódicamente en un proceso de psicoterapia puede producir un efecto terapéutico para los más diversos trastornos mentales. Este efecto beneficioso se prolonga hasta años después de que se haya dado de alta al paciente, previniendo recaídas.

En mi caso, a la hora de afrontar la vida después de terminar la especialidad, esta vocación propia me ha condicionado. Así, no he podido escoger ningún camino laboral que no me permitiera seguir practicando la psicoterapia como método terapéutico y ganar experiencia en este campo. Para mí, un determinado puesto de trabajo tendrá más valor si me permite dedicar a cada paciente el tiempo que necesite su proceso de psicoterapia.

El valor de mi trabajo para mi familia

En mi caso particular, a la hora de enfocar mi carrera profesional, ha habido otro factor fundamental y novedoso. Hasta ahora, había ido muy a mi albedrío a la hora de elegir mis ocupaciones, mi formación o en qué ocupar mi tiempo libre.

Desde que me casé hace unos meses, mis decisiones individuales ya no existen, sino que las pienso mutua y conjuntamente con mi esposa. Esto también me ha cambiado la vida después del MIR, pues cada oportunidad laboral tiene mayor valor para nosotros en tanto nos permita conjugarlo con el proyecto de crear familia y cuidar el crecimiento de hijos.

El valor de mi trabajo para la sociedad

Un elemento extra que me ha motivado a escoger el camino laboral por el que ahora transito ha sido percibir una necesidad fundamental a mi alrededor. Desde los años del colegio, era habitual que mis amigos me terminaran contando sus vivencias personales y a mí me atraía escucharlas y entenderlas. Esto ha seguido siendo así durante la facultad, la especialidad y hasta ahora; incluso diría que la gente a mi alrededor tiene aún más necesidad de contar de sí mismo a los demás que hace unos años.

Ciertos valores individuales como la autorrealización, el crecimiento profesional, disfrutar de los placeres de viajar, la música, la tecnología...y cierto temor a que los otros no sean de fiar y nos terminen haciendo daño están detrás del ideal de vida actual con mucho compromiso con nosotros mismos, pero poco con los de afuera. Pero a la vez que ocurre esta especie de muerte del prójimo, surge un empuje muy fuerte a formar grupos, a relacionarme con los demás, a veces de forma dañina y, si se me permite la palabra, desordenada.

De aquí surge la necesidad del psicoanálisis y de las psicoterapias como regulador del encuentro entre dos personas, como un aprendizaje sobre las relaciones entre los seres humanos y todas sus dimensiones. Tengo la ilusión de que mi trabajo sirva así para el bien de la sociedad, no sólo a nivel individual, sino también como grupo.

Todo fluye (Heráclito)

La vocación, la familia o el valor para la sociedad. En mi caso estos tres factores han sido determinantes y han guiado los primeros pasos de la vida después del MIR. Para descubrirlos como los más importantes de entre muchas motivaciones internas, me ha ayudado mucho el conocerme a través de las conversaciones profundas con amigos y familiares. Se exponen a continuación algunas preguntas intemporales, que muchos nos hacemos al acabar el MIR:

¿Hago otra especialidad?, ¿Me voy a trabajar al extranjero?, ¿Querría un contrato en el hospital del sistema de salud en el que me formé?, ¿Me presento a las oposiciones para una plaza en el sistema de salud de mi comunidad autónoma?, ¿Ejerzo la profesión de forma autónoma?, ¿Hacemos una clínica dos o tres colegas?, ¿Trabajo para aseguradoras privadas?, ¿Me cambio de carrera?, ¿Hago un año de voluntariado médico en otros países?

Cualquier factor es válido para orientar tu futuro y cada uno te conducirá a diferentes decisiones. Serán tanto más satisfactorias cuanto más sea uno consciente de sus propias motivaciones internas. Que encuentres mucha luz interior en tus decisiones después del MIR.

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