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Tercera edad y sexualidad: ¿misión imposible?

La psicóloga Laura de la Fuente publica este artículo en el blog de Sexualidad y Salud de la Consulta, en el que señala la necesidad de atender a la sexualidad en la etapa de la tercera edad, desmitificando algunas ideas y aportando pautas para desarrollar programas destinados a esta etapa vital.




Raro. Imposible. Nula. Inactividad. Preguntando a mis amigas sobre la sexualidad en la tercera edad estas fueron sus respuestas. Es interesante ver lo que significa para la sociedad la sexualidad en esa etapa de la vida porque es un reflejo claro de lo que les manifiestan a ellos y esto a su vez puede definir o influenciar su forma de vivir y comportarse ante la sexualidad. La sociedad les expresa una especie de "asexualidad" durante la vejez, una imposibilidad de ser activos sexualmente, lo que hace a su vez que ellos se vean como seres asexuados.


La sexualidad ha adoptado un rol rígido en nuestra sociedad muy vinculado al concepto de juventud. Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (2006): “La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales". Es decir, se tiene un concepto equivocado de lo que es la sexualidad, siendo en realidad una expresión de la atracción, de la admiración y de la lealtad hacia la pareja, además sirve para restaurar el romance y el amor (De Barros, 2009; Kalra, Subramanyam y Pinto, 2011).


La sociedad relaciona la sexualidad con aspectos físicos, por lo que cuando en la edad adulta se van produciendo esos cambios fisiológicos (dificultad de erección, respuesta sexual más lenta, disminución de las hormonas tanto masculinas como femeninas…) se asume que el aspecto sexual en las relaciones desaparecerá. Lehr y Thomae (2003), Fericgla (2002) y Muñoz (2002) apoyan la idea de que la sexualidad en la tercera edad es vista como un estereotipo negativo por la sociedad, ya que se tiene la creencia de que no tienen deseo sexual o que es bochornoso mantener relaciones a esa edad, lo que a su vez les condiciona a tener esa creencia sobre ellos mismos.


La sexualidad según Lorenzo (2006) posee tres funciones básicas:


· Erótico-placentera. Con el acto sexual se busca disfrutar, obtener placer.


· Reproductiva. Cuando la finalidad es tener descendencia.


· Comunicativa-afectiva. Mediante la sexualidad nos relacionamos, nos lleva a sentir satisfacción al compartir con el otro y esto se mantiene a lo largo de la vida.


De ahí que pensar que con la sexualidad sólo se busca satisfacer la función reproductiva sea parcialmente erróneo y no aplicable a personas de la tercera edad. Papalia, Wendkos y Duskin (2001) realizaron un estudio en el que se demostró que un hombre es sexualmente activo y puede mantener relaciones hasta los 70 o incluso 80 años de edad, mientras que las mujeres pueden ser activas sexualmente durante toda su vida. Es más, existen muchos aspectos positivos que mejoran la sexualidad durante la vejez, algunos de estos son (López, 2005):


1.- Se tiene un mayor control sobre la eyaculación.

2.- Crece el interés por el contacto corporal, la comunicación o el afecto.

3.- Debido a la tardanza del momento de excitación se disfruta más de la tranquilidad de la sexualidad.

4.- Se tiene más tiempo o intimidad, lo que favorece que se den unas condiciones ambientales saludables para la sexualidad.

5.- La mujer siente una gran liberación al no tener que pensar en el factor embarazo.


Es muy importante que la sociedad tenga en cuenta la imagen que se le está transmitiendo a los adultos mayores sobre su propia sexualidad, cargada en ocasiones de prejuicios negativos lo que hace que sea más difícil aceptar esta etapa de la vida, tanto para aquellos que ya se encuentran en ella como para los jóvenes. Todo esto se debe, en parte, al desconocimiento que existe sobre esta etapa de la vida y sobre la sexualidad a lo largo de ella. El diseño de distintos talleres de educación sexual puede ser un buen recurso para cambiar esta situación. Algunas pautas a tener en cuenta a la hora de diseñar estos programas serían:

  • Promover que los educadores sexuales se formen en gerontología.

  • Crear programas de educación sexual para esta etapa de la vida, pero que estén dirigidos hacia todas las edades y grupos buscando así que la sociedad esté informada y se desmientan creencias que se pueden tener.

  • Fomentar que los grupos de profesionales sean multidisciplinares (urólogo/a, ginecólogo/a, orientador/a, sexólogo/a, neuropsicólogo/a, psicólogo/a…).

  • Diseñar campañas que se publiciten en los medios de comunicación que hablen de la importancia que tiene para la salud y el bienestar la sexualidad en la vejez.



Laura de la Fuente García

Psicóloga

G. de Trabajo e Investigación en Sexualidad

Consulta Dr. Carlos Chiclana




Referencias


Árraga Barrios de Montiel, A. (2011). La salud de los adultos mayores: una visión compartida (2ª edición. María Alcira Quintero Osorio, ed.). Organización Panamericana de la Salud, p. 143-165.


Cerquera Córdona, A. M.; Galvis Aparicio, M. J. & Cala Rueda, M. L. (2012). Amor, sexualidad e inicio de nuevas relaciones en la vejez: percepción de tres grupos etarios. Psychologia. Avances de la Disciplina 6(2).


Lorenzo C. (2006). La sexualidad en los adultos mayores. La tercera no es la vencida. El portal de la tercera edad. http://www.portaltercera.com.ar/sections.php?op=viewarticle&artid=110.


López, S. & Olazábal, U. (2005). Sexualidad en la vejez (2ª edición). Ediciones pirámide.


Papalia D.; Wendros R. & Duskin R. (2001). Desarrollo Humano. Octava Edición. Traducción: Ona Jurksaitis Lukauskis. Bogotá: McGraw-Hill.

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