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Neuropsicología del estrés: qué es y cómo nos afecta

La psicóloga Teresa Muñoz Fernández de Castro, alumna de prácticas en la Consulta, escribe este artículo para el blog de Neuropsicología y Salud, en el que explica en qué consiste el estrés, cómo afecta al ser humano, y proporciona unas pautas para gestionarlo.




El estrés es un término muy utilizado en nuestro día a día. Solemos utilizarlo ante situaciones que conllevan un esfuerzo superior como, por ejemplo, la sobrecarga de trabajo, los problemas económicos o los conflictos en las relaciones interpersonales, entre otras cosas. Pero ¿qué es el estrés y qué consecuencias tiene sobre nosotros?


El estrés es un fenómeno ligado al hombre que ha existido siempre, desde el primer momento de la vida, el parto. Es una respuesta de nuestro cuerpo ante situaciones que implican demandas fuertes, que pueden agotar nuestros recursos de afrontamiento. Se produce como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente y los recursos disponibles del sujeto. Cuando estas demandas son excesivas se desarrollan una serie de reacciones adaptativas que implican una activación fisiológica, de las cuales las más destacadas son la ansiedad, la ira y la depresión.



Relación entre estrés y ansiedad


Es interesante detenernos en este último punto, y es que muchas veces se usan como sinónimos el estrés y la ansiedad. Sin embargo, aunque pueden coincidir en que son respuestas fisiológicas, son dos fenómenos distintos. El estrés se desencadena en el organismo cuando el cerebro interpreta situaciones como peligrosas o amenazantes, y ante las cuales la reacción más inmediata es situarnos en un estado de alerta. Cualquier cosa buena o mala, que produzca un cambio en la rutina puede causar estrés. Por ejemplo, una discusión con nuestra pareja o dar un paseo por el campo y encontrarnos con un animal peligroso. Estas situaciones distintas a las que nos podemos enfrentar en nuestra vida, pueden llegar a exigir un rendimiento superior y causarnos estrés.


En cambio, la ansiedad es una activación fisiológica que tiene unos síntomas específicos que se manifiestan de forma distinta dependiendo de la persona. Es una emoción normal en la que el sujeto siente una amenaza interna, desconociendo el objeto externo. Sufrir ansiedad en algunos periodos de la vida es normal. Sin embargo, si se prolongara en el tiempo y no fuese proporcional al estimulo que la desencadena, sería anormal.


La relación de estos dos fenómenos es que la ansiedad es causada por el estrés. Es decir, si alguno de los acontecimientos estresantes que vivimos a lo largo de nuestra vida se prolongase en el tiempo y apareciesen pensamientos relacionados con los síntomas desencadenados por el estrés, aparecería la ansiedad. Por ello, es importante entender cómo nos afecta el estrés y cómo controlarlo para evitar desembocar en la ansiedad.


¿Cómo nos afecta el estrés?


Si el estrés perdurase en el tiempo, como hemos comentado antes, tendría unos efectos negativos sobre nuestra vida. A continuación, haremos un breve recorrido sobre cómo reacciona nuestro cuerpo ante el estrés, desde la hormona que se segrega, hasta los efectos que produce en nuestro día a día.


Cada vez que nos encontramos ante una situación amenazante, se libera en nuestro cuerpo el cortisol, más conocido como la hormona del estrés. Esta hormona es liberada por la corteza suprarrenal a través de la estimulación del eje hipotálamo – pituitario – suprarrenal (HPA). El cortisol es muy importante para el organismo y crucial para su funcionamiento, ya que está relacionado con la regulación del azúcar y la grasa, la presión arterial, la respuesta inflamatoria y la función inmunológica. Sin embargo, hay que tener cuidado, puesto que un exceso de liberación de esta hormona puede ser perjudicial.


Cada vez que nos encontramos ante una situación amenazante, los niveles de cortisol en nuestro cuerpo aumentan. Si esta situación se alarga en el tiempo pueden aparecer problemas como sudoración excesiva, caída del pelo, problemas para controlar y mantener el sueño, irritabilidad y problemas en la fertilidad, entre otros. Esto sucede debido a que las energías que necesita nuestro sistema inmunológico e inflamatorio para un correcto funcionamiento se ven reducidas, debido a la desviación de las mismas para solucionar aquella situación que nos está produciendo estrés.


Nuestro cuerpo posee unos recursos energéticos que están destinados a los distintos sistemas del organismo, con el fin de alcanzar un buen funcionamiento. Si alguno de estos sistemas se ve alterado, esas energías se ajustarán a la situación, y la mayoría se destinarán a controlar esa situación específica. Cuando sufrimos estrés y se segrega cortisol, aparecen diversas alteraciones físicas como la taquicardia, los temblores, la sudoración, los problemas digestivos... En este momento, el cuerpo dirige una cantidad elevada de energía para solucionar esto, dejando más “descuidados” otros sistemas como, por ejemplo, el inmunológico, el cual precisa de bastante energía. Esto explica que cuando pasamos por periodos de estrés, seamos más propensos a coger algún resfriado, una gastroenteritis... En definitiva, algún tipo de virus, incluso en algunos casos, alguna enfermedad.


Por otro lado, el estado de ánimo también se ve afectado a causa del estrés. Ese desgaste de energías que se produce, también tiene fuertes repercusiones a nivel psicológico. La irritabilidad, el cansancio debido a los problemas para conciliar el sueño, el desgaste... suelen ser síntomas que acompañan a situaciones estresantes. Incluso si esta situación se alarga en el tiempo pueden darse estados depresivos, ya que esa continua lucha contra algo que nos estresa acaba desgastando a la persona, desembocando en periodos de tristeza y apatía.



¿Cómo controlar el estrés?


Debido a todo lo que supone el estés, tanto a nivel orgánico como a nivel personal, es necesario poner medios para controlarlo. Es importante resaltar que cada persona percibe de forma totalmente distinta las amenazas de las situaciones estresantes y que tanto las habilidades como las capacidades y los recursos que se emplean para combatir dichas situaciones cambian dependiendo de la persona. Aun así, se proporcionan a continuación, una serie de consejos generales para hacer frente al estrés, útiles para todas las personas:

  • Tener una rutina de sueño.

  • Dedicar todos los días algún rato a realizar alguna actividad ociosa: leer, escuchar música, pintar...

  • Llevar a cabo una buena alimentación.

  • Hacer ejercicio regularmente.

  • Evitar el consumo de sustancias estimulantes: café, coca cola, tabaco...

  • Pensar siempre en positivo, intentando ver el lado bueno de las cosas en todas las situaciones del día.

  • Dedicar tiempo todos los días a los seres queridos.

  • Identificar las situaciones que producen estrés e intentar evitarlas siempre que sea posible.

  • Aprender a relajarse, ya sea con técnicas de relajación, las respiraciones profundas o con actividades específicas, por ejemplo, dar una vuelta a la manzana.

  • Reconocer aquellas cosas que no se pueden cambiar y que nos producen estrés. Aceptar la situación e intentar no alterarse ante ella, poniendo medios para ello.

Estos consejos son de gran utilidad para manejar el estrés. Sin embargo, no podemos olvidar que el estrés va a seguir estando en nuestra vida, ya que es un mecanismo adaptativo que nos ayuda a hacer frente ante situaciones que suponen un desafío, un reto o una amenaza. Lo importante es identificarlo e intentar que no se prolongue en el tiempo. En el caso de que esto último ocurra y sintamos que no somos capaces de afrontarlo con nuestros propios recursos, es recomendable acudir a un especialista. Lo verdaderamente importante es el bienestar de la persona.


Teresa Muñoz Fernández de Castro

Psicóloga



Bibliografía


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Staufenbiel, S. M., Penninx, B. W., Spijker, A. T., Elzinga, B. M., & van Rossum, E. F. (2013). Hair cortisol, stress exposure, and mental health in humans: a systematic review. Psychoneuroendocrinology, 38(8), 1220-1235.


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