El Dr. Carlos Chiclana escribe este interesante artículo para la revista AIDS, donde explica las diferencias entre sexo y género, exponiendo cómo a veces pueden utilizarse indistintamente ambos términos en investigación médica, lo cual puede llevar a confusión.
Existe una práctica generalizada de utilizar "sexo" y "género" indistintamente. La Organización Mundial de la Salud considera que no lo son. Define el sexo como un conjunto de variables biológicas dependientes de los cromosomas que muestran perfiles hormonales y anatomía únicos. Por el contrario, el género se refiere a atribuciones sexuales socialmente construidas con roles diferenciales, expresiones de comportamiento, identidad, etc.
Investigadores e instituciones han propuesto directrices para garantizar que la buena ciencia no se vea comprometida por ideologías, presiones mediáticas o sociales, moralidad, religión o intereses económicos. Las diferencias de sexo son inmunes a cualquier ideología o interés sociocultural, porque se rigen por parámetros genéticos determinados biológicamente. Considerar que hombres y mujeres son iguales es muy valioso desde una perspectiva moral o social, pero ignorar las diferencias podría ser incorrecto e inaceptable desde una perspectiva biomédica. La organización de sistemas de salud y/o de investigación que no consideren la diferente morbilidad, evolución o respuesta al tratamiento en función del sexo generaría sesgos y errores.
Para trabajar en innovación médica con perspectiva de género es necesario tener en cuenta las diferencias de sexo e integrarlas adecuadamente, reconociendo la diversidad. La controversia no es sólo sobre sexo o género, sino sobre sexo y género y cómo pueden influirse mutuamente. Mantener un enfoque científico y académico ayudará tanto a hacer avanzar la ciencia como a enriquecer las leyes y/o ideologías.
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