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  • Maria Contreras. Psicóloga.

6 señales de dependencia emocional


Artículo publicado por María Contreras para el blog 'Sexo y Salud' del periódico ABC.

Normalmente, cuando una persona empieza a depender de su pareja es porque pone en duda su propia valía, no se siente a la altura, cree que las demás son mejores que él/ella o carece de iniciativa para crear y aportar. También puede engancharte por lo sexual, por la culpa, por hacerte responsable de sus estados o por el desprecio.


Si crees que no vales lo suficiente, si tienes la autoestima baja, si no te sientes importante, si no valoras lo bueno que hay en ti, no es raro que tengas miedo de perder a la pareja con la que estás, porque consideras a los demás como una amenaza para tu relación y porque salir con él/ella te hace sentir más seguro y parece que aumenta la estima y el afecto que sientes por ti mismo y el valor que te das.

Parece que tu vida sólo tiene sentido por lo que él/ella te hace sentir y valer. Entonces, empiezas a buscar en el otro lo que a ti te falta, y eso te va atando a él/ella, te hace dependiente de él/ella.

Cuando empiezas a depender de alguien hay muchas cosas de tu vida que cambian, tus prioridades se alteran, y tu manera de ser también. Aquí te damos algunas pistas.

- Dejas de ser tú, de manifestar tu carácter o tu personalidad tal y como es, para asegurarte de que él no te va a dejar, de que te va a seguir eligiendo. Por ejemplo, vestirte como a él le gusta, cambiar tu manera habitual de ser, hablar distinto.

- Antepones sus deseos a los tuyos. Por ejemplo, en la sexualidad, puedes sentirte obligado a hacer lo que a él o ella le gusta, mantener relaciones sexuales porque tienes miedo a que te deje si no lo haces. Te resignas y acatas lo que él te pide sin tener en cuenta lo que tú quieres. Esto deja huella en ti, y puede ser fuente de mucho sufrimiento, no sólo ahora, sino también más tarde. También puede ocurrir en cosas más sencillas como el tipo de películas que vais a ver, qué coméis cuando estáis juntos, los planes…

- Dejas a tus amigos de lado, dejas de hacer los planes que se proponen. Sólo sales con “tu chico/a”. Puedes incluso salir siempre con los amigos de tu novio, aunque en realidad no disfrutes tanto con ellos como con tus amigos de siempre. Es curioso lo de “tu chico”, como si te perteneciera ¿acaso eres tú “su chica”? ¿eres algo que él tiene?

- No disfrutas de nada si no es con él. Lo necesitas. Por ejemplo, cuando estás con tus amigas sólo piensas en él, y no consigues disfrutar de los planes con ellas. Esto es una señal de alarma que te puede avisar.

- Exiges al otro que te muestre constantemente que está enamorado de ti; si no, crees que ya no te quiere. Necesitas que esté contigo, y que te dé pruebas constantes de lo que siente por ti. Si no está contigo o tiene otros planes además de los tuyos, te parece que te está traicionando o siendo infiel.

- Nunca le llevas la contraria, y si lo haces, intentas asegurarte de que no va a romper la relación. Sin embargo, en algunos casos, puede ocurrir que el modo de estar “enganchados” sea precisamente la pelea, la discusión o incluso la agresión física. Porque estar peleados significa que al menos estamos, y puede llegar un punto en que prefieras “estar mal”, que “no estar”.

Para evitar depender del otro es bueno que cuides tu independencia: que cuides, alimentes y sigas construyendo las parcelas de tu vida en las que siempre has disfrutado, tus hobbies, tus planes, tus amistades, tu familia, tus momentos de pensar o meditar, tus deportes, tu lectura, tu estudio… y que fortalezcas las parcelas comunes. ¿Cómo? Disfruta todo lo que puedas de él/ella cuando estáis juntos. Una relación es de dos: los dos la construyen y la enriquecen con su iniciativa y sus cualidades.

María Contreras. Psicóloga

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