La psicóloga Inés Bárcenas colabora con Ana Iris Simón en este artículo para Vice Magazine.
Una psicóloga nos explica por qué la irascibilidad y los cambios de humor son las emociones estrella de la desescalada.
Del confinamiento hemos salido, el que más y el que menos, un poco cascados. El primer estudio que evaluó el estado de salud mental de la población española a causa de la larga cuarentena provocada por el COVID-19 puso de relieve que de esta no saldríamos más fuertes diga lo que diga la publicidad institucional sino al contrario: más ansiosos, con más depresión y más insomnio. La cuarentena y el aislamiento han sido duros, pero no menos dura está siendo para muchos la vuelta a la -nueva- normalidad, la desescalada.
Para algunos por motivos obvios: hay quien tenido amigos o familiares enfermos e incluso los ha perdido, a quien le han echado del curro, quien no ha cobrado aún los ERTE, quien ve cómo en el horizonte solo hay una certeza y es la de la incertidumbre... Para otros por motivos algo más sutiles. No son pocos a los que lo que les preocupa es, precisamente, volver a "su vida de antes", los que tienen miedo a salir por si se contagian o contagian a alguien, los que quieren volver al pueblo pero temen por sus padres o abuelos, los que después de meses sin socializar quieren quedar pero no de sopetón y volviendo a la vorágine y luego están los del bando contrario, los que quieren recuperar todo el tiempo perdido a toda costa. Y en este totum revolutum de sensaciones y vivencias aisladas post confinamiento surgen roces y de los roces surgen preguntas: ¿todo ha sido siempre tan difícil, tan cansado, tan cambiante? ¿Nos hemos quedado un poco desequilibrados después del confinamiento o ya lo estábamos de antes?...haz click aquí para seguir leyendo.
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