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  • Inés Bárcenas

Dejad de decirnos que estamos más guapas cuando adelgazamos


La psicóloga Inés Bárcenas colabora con Ana Iris Simón en este artículo para la revista Vice Magazine.

"Aunque una bajada de peso no tiene que ir necesariamente relacionada con una pérdida de salud mental, en muchas ocasiones corren paralelas. La depresión, la ansiedad, los TCA... hay muchas patologías en las que es probable que el enfermo adelgace y eso es algo que mucha gente no contempla precisamente porque nuestro canon de belleza va asociado a la delgadez en lugar de a la salud" - explica la psicóloga Inés Bárcenas.

Hace cinco o seis años viví la que seguramente fue —la que espero que fuera, no vaya a ser que venga otra peor— la época más triste de mi vida. Por motivos cuya explicación me llevaría otro artículo, adelgacé mucho en muy poco tiempo. Llegué a pesar 38 kilos. Por cada semana, por cada mes que pasaba la piel me colgaba más y tenía menos ganas de nada, pero cuando me encontraba a alguien a quien no veía desde hacía tiempo siempre me decía lo mismo: "qué guapa estás".

Al principio me gustaba. Al final, aunque seguía respondiendo "gracias", en realidad quería preguntarle a todo el que me lo decía si no veía que mis ojeras eran cada vez más grandes o que mi pelo parecía hilo de pescador o que no sonreía casi nunca. Pero sea como sea, tanto al principio, cuando me gustaba, como al final, cuando me entristecía, esa correlación entre delgadez y belleza que no solo veía en las marquesinas sino que notaba en los comentarios del resto hacia mí me animaba a adelgazar aún más.

Si pasaba un día sin que alguien aludiera a mi peso, para bien o para mal —porque los "qué guapa estás" de los amigos y familiares más cercanos se transforman un día en preocupación, en "estás demasiado delgada", pero los del resto de la gente rara vez lo hacen— me sentía mal. Pensaba que me había estancado, que tenía que tenía que comer menos o que correr más.

A Judith (27 años) también le pasaba. "Me ha ocurrido varias veces. Una con aproximadamente 19 años, cuando después del primer año de universidad engordé porque solo comía pasta y al siguiente adelgacé y otra años más tarde, con unos 24. Estaba pasando por una mala situación y durante los dos meses de verano adelgacé casi 10 kilos. Entonces ocurrió que de pronto era la más guapa del lugar, todo el mundo alababa lo guapa que estaba. Como psicológicamente estaba mal, que me dijeran aquello me reconfortaba, me hacía sentir bien y acabó convirtiéndose casi en una droga", dice.

"Es algo que engancha y que cada vez necesitas más. Cuando me lo decían, respondía que muchas gracias, pero nunca era suficiente. Se acabó convirtiendo en que si no me decían que estaba flaca todo el rato pensaba que estaba gorda", añade.

Ariadna (24 años) está pasando por lo mismo ahora. "De un tiempo a esta parte he adelgazado 7 kilos y los comentarios desde entonces siempre han sido 'cuánto has adelgazado' seguido de un 'qué guapa estás'. Sé que nadie me lo dice de mala fe e incluso me gusta que me lo digan, pero por otra parte en mi cabeza tengo un pensamiento constante que es 'estar delgada es lo mejor, si adelgazas estás más feliz, te está yendo mejor, te ves mejor' y cosas así que se reafirman cada vez que alguien me dice que estoy guapa", reflexiona.

"Además", añade Ariadna, "cuando adelgazas y de repente todo el mundo destaca tu belleza puedes llegar a pensar que antes, con unos kilos más, no estabas bien. A mí me ha ocurrido que, como cuando pesaba más no me veía mal, ahora pienso en cuál es la percepción que tengo de mí misma, en si ahora que estoy más delgada me veo tal cual estoy o no".

"Decir que alguien está más guapo cuando adelgaza, sobre todo si ese alguien es una mujer es una reacción muy común, es algo que hemos hecho todos y que podría explicarse, más que desde un punto de vista psicológico, desde la sociología e incluso el marketing", explica la psicóloga y psicoterapéuta Inés Bárcenas.

"Probablemente en una época de posguerra nadie te diría que estás más guapo por estar más delgado. Sin embargo, aproximadamente desde hace tres décadas venimos aprendiendo a través de la industria de la moda, de la publicidad o del marketing que la delgadez es lo bello y lo bueno, especialmente en las mujeres. Todos, pero sobre todo nosotras, estamos constantemente expuestas a modelos muy delgadas que responden a cánones de belleza muy determinados, a productos adelgazantes, sin azúcares, bajos en grasas, a dietas milagro... y estando constantemente rodeados de eso, lo más normal es que busquemos y apreciemos la delgadez", concluye la especialista.

Sin embargo los hombres también "están más guapos" cuando adelgazan. "De un tiempo a esta parte, sobre todo desde finales de verano hasta ahora he bajado unos 10 kilos de peso", cuenta Javier (18 años). "Y estoy acostumbrado a que comenten mi peso porque cuando voy al pueblo algún fin de semana o en vacaciones es lo primero que te dice la gente, pero desde que empecé a adelgazar mucha más gente me empezó a decir que 'vaya cambio', que 'qué guapo' u otros comentarios relativos a mi imagen. Suelo responder que gracias, porque tampoco es plan de sacar la puntilla de 'no estoy más guapo, lo que quieres decir es que estoy más delgado' y porque creo que en mi caso aparte del factor del peso entran en juego otros, como el paso de la adolescencia a la edad adulta, por ejemplo", cuenta.

A Fernando (27) le ocurrió algo parecido. "Con 19 o 20 años bajé mucho de peso", cuenta. "Siempre había sido un chaval gordo y cuando iba adelgazando, cada persona con la que me encontraba me decía que estaba 'más guapo'. Es una de los primeros efectos que recuerdo de adelgazar, además de que empecé a ligar más y con chicas más guapas. No recuerdo qué respondía, supongo que decía que 'estaba haciendo deporte', pero sí que recuerdo que aquello me alentaba a adelgazar más, me reforzaba para hacerlo. Llegué a pesar 68 kilos, bastante por debajo de lo que tenía que pesar, de hecho cuando veo fotos de aquella época me veo raro. Sin embargo, no recuerdo que me dejaran de decir que estaba más guapo en ningún momento", añade.

"Un comentario positivo como 'estás guapo' sobre todo en contextos adolescentes o en gente joven que suele estar muy enfocada y darle mucha importancia a la apariencia corporal es uno de los mayores reforzadores que se le puede ofrecer a alguien. En ese sentido si se le dice a alguien que ha adelgazado, asociando su adelgazamiento a la belleza, muy probablemente actuará como reforzador de la conducta de adelgazamiento, reafirmando y potenciando esa tendencia o esa querencia a adelgazar", asegura la psicoterapeuta Inés Bárcenas.

Pero, ¿hasta qué punto podrían llegar a ser peligroso este refuerzo positivo? ¿Podría contribuir al desarrollo o al mantenimiento de TCA —Trastornos de la Conducta Alimentaria— decirle a alguien que haya adelgazado que está muy guapo? "Sí y no. Pueden contribuir a que alguien desarrolle o no se cure de un TCA, pero un TCA involucra muchas otras cosas. Es verdad que los comentarios que refuerzan la delgadez y la exposición a modelos delgados refuerzan los trastornos de la conducta alimentaria, sobre todo la anorexia. Sin embargo, en ellos también influyen a su vez otros trastornos como problemas afectivos, emocionales, familiares... Incluso a veces problemas del control de los impulsos si hablamos de la bulimia o trastornos obsesivos en las anorexias nerviosas que controlan de forma masiva la ingesta de alimentos. Los comportamientos pueden reforzar y mantener este comportamiento, pero normalmente las TCA no tienen su origen únicamente en ese refuerzo social", explica la psicóloga.

"Los trastornos de la conducta alimentaria", remata, "tienen mucho que ver con la identidad, con las emociones y el sistema afectivo. La anorexia o la bulimia no son solo acerca de la ingesta o la deprivación de alimentos sino que también tienen mucho que ver con la identidad y con las emociones. Por eso precisamente muchas personas acaban integrando en su identidad el reflejo que les devuelve el resto y se obsesionan con que les digan que están guapos o delgados: sienten que reciben una aprobación, se sienten reflejadas, miradas y conectadas de forma positiva con el otro. Y ahí queda patente que es algo que va más allá de la delgadez, del peso: es nuestro reflejo en los ojos de los otros".

Cuando me recuperé de aquella mala racha, de la que fue —espero, no vaya a a ser que venga otra peor— la época más triste de mi vida recuperé también mi peso normal. La gente que me encontraba por la calle empezó a dejar de decirme que "qué guapa" pero mis amigos y familiares empezaron a hacerlo después de muchos meses. Desde entonces me cuido de valorar el peso o la apariencia de nadie, algo que antes hacía constantemente. Ya no le digo a mis amigas, ni a mi madre ni a mis primos si han engordado o adelgazado o si me parece que están guapos o feos.

"Aunque una bajada de peso no tiene que ir necesariamente relacionada con una pérdida de salud mental, en muchas ocasiones corren paralelas. La depresión, la ansiedad, los TCA... hay muchas patologías en las que es probable que el enfermo adelgace y eso es algo que mucha gente no contempla precisamente porque nuestro canon de belleza va asociado a la delgadez en lugar de a la salud", comenta Inés Bárcenas, que sugiere que sería muy positivo "dejar de relacionarnos y comentar nuestros atributos y los del resto ciñéndonos únicamente al cuerpo y, en concreto, a su masa".

"Si comenzamos a relacionarnos y a comentar nuestros atributos por cosas que trasciendan el cuerpo ganaremos mucho. ¿Por qué rara vez le decimos a alguien que está gracioso, exultante o especialmente simpático cuando sin embargo valoramos constantemente el aspecto físico? También ganaremos si empezamos a relacionarnos y a comentar nuestros cuerpos por atributos que vayan más allá de la delgadez podemos ganar en muchos aspectos", asegura. "Lo primero que vemos de una persona es el cuerpo, así que tampoco hay que demonizar el hecho de que hablemos de ellos porque eso no está mal en sí. El problema es la manera en la que lo hacemos, siempre en negativo: comentamos que no estamos lo suficientemente delgados o fuertes, que tenemos arrugas... Y cuando hablamos en positivo, ese positivo va casi siempre asociado a la delgadez".

"Nuestra percepción corporal", añade la psicóloga "es una construcción social porque si no no habría cánones de belleza cambiantes a lo largo del tiempo, y eso indica que podemos construir una nueva manera de relacionarnos con ellos. Una manera más diversa que parta de términos que transgredan la delgadez o la gordura y que nos ayude a dejar de focalizarnos tanto en ellas para trascender hacia una visión del cuerpo más relacional, más integrada y, sobre todo, más sana".

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