Los psicólogos Inés Bárcenas y Alejandro Villena colaboran con la periodista Ana Iris Simón en éste artículo para Vice Magazine.
Año dosmilypico. Aún somos todos ricos pero se empieza a hablar de los mileuristas como unos pobres desgraciados que vivirán "peor que sus padres" (quién iba a decirnos que poco tiempo después ganar mil euros sería una suerte y un privilegio).
Nadie sabe lo que es un iPhone, el iPod tiene sentido y ni el espacio de MSN ni Fotolog nos hacen sospechar la que se nos viene encima con las redes sociales. Pete Doherty todavía tiene buena cara y estás a punto de hacerte fan de los Artic Monkeys y su Whatever People Say I Am, That's What I'm Not pero todavía escuchas My Chemical Romance. Y eScRibes aSí.
EscRibes aSí en el estado de MSN y escribes así en los SMS que les mandas a tus colegas, que sueles terminar con un "cNT pLs" o un "tK". También eScRibes aSí en la agenda del instituto, en la que pegas flyers de discotecas light a las que una década después negarás haber ido y en cuyas páginas tus amigos te escriben mensajes de amor.
Porque las agendas eran los muros de Facebook de entonces: lugares de socialización pública en los que acumular mensajes de amistades que en realidad no eran tal. Porque, acuérdate, tu agenda rulaba de mano en mano, se la pasabas a los del A y a los del C para que te escribieran mensajes y te hicieran taggeos.
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