El doctor Carlos Chiclana colabora con el periodista Yago González para este artículo del periódico Expansión.
La escuela del benedictino Laurence Freeman atrae a líderes económicos de todo el mundo.
Hay algo que une las vidas de Ray Dalio, fundador de Bridgewater, uno de los mayores hedge funds del mundo; y de Sean Hagan, director del Departamento Jurídico del FMI. Y es algo más que su común interés por las altas finanzas y la economía global. Ambos se han acercado en los últimos años a un fenómeno con un creciente predicamento entre las escuelas de negocios y el mundo de la alta dirección empresarial: la meditación y la oración contemplativa. Existen dos responsables de ese acercamiento. El primero es el propio ritmo de la vida moderna, fuente de estrés, narcisismo desbocado, búsqueda ansiosa de objetivos económicos y vacío interior. El segundo es un hombre llamado Laurence Freeman, monje benedictino inglés de 66 años que antes de tomar los hábitos había trabajado en el sector financiero y en el periodismo.
"La meditación hace mucho más que reducir el estrés de los directivos; ayuda a alcanzar una armonía personal, a controlar el ego y a conseguir una perspectiva personal y social", explica Freeman.
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